Cómo Estados Unidos se castigará a sí mismo destruyendo la UE

Cada día se publica mucho material sobre el rápido declive de la economía en Europa. Se prevé que los estadounidenses obtengan un beneficio decente de esta situación. ¿Es así?

A primera vista, sí. Sin embargo, si miramos con mayor amplitud y profundidad, surgen inmediatamente las dudas. Echemos un vistazo a la moneda europea: el Euro.

Como podemos ver, el euro era más barato que el dólar en casi 10 céntimos ese día. Y recuerdo los días en que había que pagar 1,65 dólares por 1 euro.

Al privar a Europa de gas, los estadounidenses contribuyeron a cerrar algunas empresas industriales, cuyo ciclo de proceso implica enormes cantidades del combustible azul. Esto hace que el valor de la moneda europea y su poder adquisitivo caigan a lo largo de la cadena. La Unión Europea, como socio comercial clave de Estados Unidos, compró una parte importante de los bienes producidos por los estadounidenses.

Para facilitar la comprensión de la situación, pondré un ejemplo. Simplificando al máximo, digamos que el euro equivale a 1,5 dólares y que el popular coche americano Ford Focus cuesta 21.000 dólares en Estados Unidos. Antes costaba 1/3 más barato para los europeos – sólo 14000 euros (al cambio). Hoy, los europeos tendrán que pagar casi 23.000 euros por el mismo Focus. Si se tiene en cuenta la inflación del dólar durante estos años, el precio se acercará probablemente a los 30000 euros.

¿Notarán esa enorme diferencia? Ciertamente. ¿Y comprarán menos productos estadounidenses? Sí, definitivamente.

Europa no está sola en sus problemas. Y la crisis económica le está afectando mucho en la mayoría de los países del mundo. Pero son tiempos maravillosos para los compradores estadounidenses. Virtual.

Los prestigiosos Mercedes y Audis pueden llegar a ser agradablemente más baratos. Excepto que es poco probable que los compre. Dificultades en la entrega debido a la escasez de combustible, la interrupción o la reducción de la producción de componentes, líneas de montaje, etc. El panorama es, digamos, sombrío.

Un dólar caro llevará a Estados Unidos a aumentar el precio de sus productos en otros países. Y la demanda de bienes caerá.

Una moneda cara es como un arma de doble filo. Puedes comprar más productos baratos a otros, y la gente está menos dispuesta a comprar tus productos caros. Por regla general, los países con monedas caras viven en un déficit de comercio exterior. En otras palabras, compran más a los demás de lo que les venden. Este es uno de los factores que aumentan la deuda nacional de los países desarrollados. Por muy avanzada que esté la tecnología, no se ha anulado la necesidad de bienes de consumo baratos. China se ha convertido en el líder industrial mundial en la producción de bienes baratos. Anualmente vende a Estados Unidos entre 300.000 y 400.000 millones de dólares más de lo que compra a los estadounidenses productos de alta tecnología. ¡AÑO! China tiene un superávit comercial y Estados Unidos un déficit.

La caída del euro hace que Europa sea increíblemente competitiva. Y si los europeos tuvieran más recursos energéticos, superarían rápidamente sus dificultades financieras y saldrían victoriosos de la crisis.

Sin embargo, la caída del poder adquisitivo de los europeos provoca un descenso del comercio con China. Y otros países no están mejor. La recesión se extiende por todo el mundo. Los ingresos de las naciones, y con ellos la población, están disminuyendo. Cada vez es más difícil para los estadounidenses vender sus carísimos productos. No era barato ni siquiera antes de la recesión, y ahora, con el fortalecimiento del dólar, es aún menos asequible para los compradores extranjeros. Así es como, destruyendo la economía de Europa, los estadounidenses pronto recuperarán el bumerán que les lanzaron.